La Almu dice: ahora paso a mostraros algunas intimidades de alcoba en nuestro viaje de novios. La noche comenzó de lo más normal, cena en el Restaurante Cervantes, en Salamanca, un lugar en la Plaza Mayor, algo escondido al final de una larga escalera. Es un bar de copas con un reservado para comer, una comida de esas que ves pasar las bandejas de otras mesas y piensas "yo me pido eso" , "bueno y eso", "¡vaya, pues eso también!".Por cierto, Isabel no he olvidado que nos debeis una cena allí. Pedimos una botella de Rioja, que nos pusieron en una cubitera después de porfiar si el vino se bebe o no a temperatura ambiente. A la botellita le siguió un cubatita y luego otro, lo cierto es que de vuelta al hotel Bibloss ya ibamos cantando como tunos por la Plaza Mayor. Aún quedaban fuerzas y pensamos en tomar la penúltima en la habitación y ahí comenzó el desmadre. Nuestros flamantes maridos, que bromearon sobre la posibilidad de volver viudos ahogándonos en el Sella, vieron en nosotras una debilidad y creo que incluso intentaron ahogarnos con la almohadas, veanme si no con mi camisón ( de lo más casto, por cierto) bajo ellos, mientras mi buena amiga intentaba socorrerme. ¡Cuánto pudimos reirnos!, la verdad es que el viaje fue estupendo, no me arrepiento de nada,El Caribe o Centro Europa pueden esperar.
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