ESPERAMOS QUE EN CASA HOY TE OBSEQUIEN CON UNA BUENA RACION DE PLANCHO, NADA DE PERIQUITOS NI MASAJEADORES PARA LOS PIES.
MIMI QUE DISFRUTES DE LOS 37 TANTO COMO LO HICISTE AQUELLA FAMOSA SEMANA DE AGOSTO
FELICIDADES





Nuestra aptitud para la comunicación y el diálogo era de lo más destacable, ya que no había manera de agotar los temas de conversación: hablábamos en su coche al final de una noche de sábado mientras apurábamos los minutos que quedaban para volver a casa, hablábamos los domingos por la tarde en que me iba a su casa a tomar café, hablábamos cuando hacíamos botellón, cuando salíamos a cenar o a divertirnos en los diferentes sitios de moda, hablamos mucho durante aquella madrugada de verano en Arcos y hablamos pidiéndonos perdón por la avenida de Vallesequillo aquella noche en que -no logro recordar por qué- discutimos por primera y única vez. Lo cierto es que estábamos completamente al día de nuestras penas, alegrías, amores y desamores.













Lo cierto es que toda esta vida en común está llena de inolvidables momentos, y hemos de reconocer que en muchísimos de ellos nuestra Nuri hizo gala de un inquebrantable sentido del humor y de una infinita paciencia con nosotras, ya que siempre la convertíamos en el blanco de nuestras bromas. ¿Quién no se acuerda de aquella vez que la dejamos encerrada en el baño de un bar o de aquellos días de playa en que no podía salir del agua porque le habíamos quitado el bañador? (Nuria, espero que nos hayas perdonado, ya sabes que lo hacíamos con todo nuestro cariño).
Ella durante un tiempo fue nuestra “Cash” después de rebautizar, de aquella manera que a Almudena y a mí nos hizo tanta gracia, la famosa película de Silvester Stallone y Kurt Russell; ella ocupó el último lugar de aquel grupo despavorido de pavas adolescentes que una noche en el Puerto de Santa María decidió visitar “La gruta del terror” y salió quejándose de que uno de los actores que llevaba una enorme jeringuilla no paró de pincharle el culo; ella fue la valiente que, junto a Isabel, se atrevió a alquilar, en un videoclub donde nadie nos conocía, una película sólo apta para adultos que habíamos quedamos para ver en casa de Almudena y, por tanto, sintió una gran vergüenza cuando el encargado les preguntó si aquella era la primera vez -es decir, si era la primera vez que hacían uso de aquel establecimiento- y ellas entendieron si era la primera vez que alquilaban una película de ese tipo, ante lo cual no supieron qué contestar.